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'Ardi' releva a 'Lucy' como el ancestro común de humanos y grandes simios


Hace seis millones de años, quizá algo más, hombres y chimpancés tuvimos un ancestro común. Luego la genética de ambos divergió, la evolución y el tiempo hicieron su trabajo y hoy somos especies emparentadas pero bien distintas. El reto mayor de la paleontología es la búsqueda de ese antepasado lejano. El antes mal llamado 'eslabón perdido' sigue perdido, aunque estamos algo más cerca de verle la cara gracias a uno de los homínidos más antiguos hallados hasta ahora. El 'Ardipithecus ramidus' vivió en África hace 4,4 millones de años y el estudio exhaustivo de sus fósiles por parte de un equipo multidisciplinar da un salto atrás en el tiempo respecto de los anteriores homínidos más viejos, aportando nueva luz sobre la escisión del linaje humano y el de los grandes simios.
Diecisiete años de trabajos y la colaboración de 47 científicos de 10 países -España entre ellos-, se sustancian este viernes en un número extraordinario monográfico de la revista 'Science'. Su protagonista es 'Ardi', una hembra de 'Ardipithecus' a la que pertenece el esqueleto más completo de los al menos 36 especímenes desenterrados entre 1992 y 2008 en Aramis, en la región de Afar (noreste de Etiopía), dentro del llamado Proyecto 'Awash Medio'. 'Ardi' tiene 4,4 millones de años de antigüedad y es más de un millón de años más vieja que 'Lucy', el célebre fósil de 'Australopithecus afarensis' desenterrado en 1974 apenas a unos kilómetros de distancia en la región africana reconocida como la 'cuna de la Humanidad' por la abundancia de fósiles primitivos.
Por simplificar, en este duelo de reinas homínidas podría decirse que 'Ardi' releva a 'Lucy' en el trono de la paleoantropología, donde la antigüedad es un grado y cuanto más cerca del origen mayor relevancia tiene el hallazgo. El 'Ardipithecus' no es, desde luego, el último peldaño antes del antecesor común pero probablemente compartió varias de sus características y, sobre todo, ilustra un período de la evolución humana anterior al de la rama de los 'australopithecus' - distintas especies que vivieron hace entre 4 y 1 millón de años- , muy desconocido hasta ahora por falta de evidencias fósiles.
De 'Ardi' se encontró la pelvis, gran parte del cráneo -'hogar' de un cerebro muy pequeño-, la mandíbula inferior completa y las extremidades. Pesaba unos 50 kilos y medía 1,20 metros de altura.
Vivió en lo que entonces era una zona boscosa. Su nombre científico significa 'mono terrestre', aunque el examen anatómico indica que trepaban a los árboles a cuatro patas y en el suelo optaban por el bipedalismo, más torpe y precario que el de los 'australopithecus' pero ya erguidos. Por la forma de su extremidades no parece que anduvieran sobre los nudillos, como los chimpancés y gorilas, ni que pasaran o mucho tiempo colgados de los árboles o columpiándose.
Esto cuestiona la tesis de que los grandes primates actuales habían conservado rasgos de ese ancestro primigenio, de modo que la locomoción de éstos hoy día sería herencia del pasado lejano. Y sacude otra creencia, la de que la locomoción bípeda exclusiva, presente ya en la familia australopiteca, se desarrolló sólo como respuesta a la migración de estos primates a las llanuras de pradera africanas.
Mal espejo
Los investigadores recalcan que varios de los rasgos más singulares de 'Ardi', algunos primitivos compartidos con los primates predecesores y otros 'derivados' presentes también en homínidos posteriores, no aparecen en los chimpancés y grandes simios africanos de hoy. Todo apunta a que éstos han cambiado mucho desde que formamos con ellos un único linaje, de modo que esos grandes monos son hoy «un mal espejo' de ese antepasado común y para entender nuestra propia evolución desde entonces.
«En 'Ardipithecus' tenemos una forma no especializada que no ha evolucionado mucho en la dirección del 'Australopithecus'.
Cuando vas de la cabeza a los dedos del pie lo que ves es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé ni es humano, es 'Ardipithecus», subraya Tim White, del Centro de Investigación sobre la Evolución Humana de la Universidad de Berkeley, y uno de los investigadores principales del proyecto.
En el cuadro investigador figura Nuria García, del departamento de Paleontología de la Universidad Complutense y del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos. El número especial de 'Science' incluye 11 artículos, uno general, cinco anatómicos sobre otras tantas partes del esqueleto del 'Ardipithecus ramidus', dos más de análisis sobre dónde encaja en el puzle evolutivo y tres sobre su hábitat. Hace 4 millones y medio de años la región del curso medio del río Awash era húmeda, fresca y con áreas boscosas.

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